Seguramente, alguna vez te pasó que estabas hablando con un familiar sobre algún producto en específico y después te aparecieron anuncios en tu teléfono respecto al mismo. También puede ser que por esto hayas llegado a creer que tu teléfono te escucha. Bueno, eso no es más que una teoría conspirativa.
Primero, quiero aclarar que este artículo está totalmente basado en un hilo de Twitter del usuario @RobertGReeve, trabajador del área IT experto en privacidad:
https://twitter.com/RobertGReeve/status/1397032784703655938?s=20
Tus redes sociales no necesitan escucharte porque todos los datos que ya les das son mucho más baratos y potentes. Pero, si no me escuchan, ¿cómo hacen? Estas aplicaciones almacenan MUCHOS datos de tu dispositivo: su identificador único, tu ubicación, tus datos demográficos, etc. Los agregadores de datos pagan por obtener toda la información posible: cada compra que realizas, si usas o no usas un cupón de descuento. Todo eso se registra y es un conjunto de datos a la venta.
Pueden relacionar tus compras online con tu cuenta de Twitter porque les diste tu email, tu número de teléfono y permitiste que estos datos se compartan cuando aceptaste las políticas de privacidad. Si tu teléfono está regularmente en la misma ubicación que otro teléfono, lo registran, y con esto empiezan a construir la red de personas con las que te relacionás. Los anunciantes cruzan los datos que recolectaron de tu teléfono con los que recolectaron de los teléfonos de las personas que te rodean y te muestran anuncios de cosas que no te interesan, pero que seguramente le interesen a alguien de tu entorno, con el objetivo de que subliminalmente inicies una conversación sobre el producto en cuestión. Nunca necesitaron escucharte para llegar a este punto, solo están comparando datos.
El problema no se trata de tus datos, sino de cómo pueden usarlos contra cada persona que conoces, y que no conoces, para moldear su comportamiento inconscientemente (véase el ↗caso de Facebook y Cambridge Analytica). Lo más triste es que estas cosas están a la vista, pero a nadie le importa. Decidimos que nuestra privacidad no vale la pena y ya es demasiado tarde, ya dimos demasiada información. Es una batalla perdida.
